Fiora Lachance

Nombre de personaje: Fiora Lachance

Edad: 20

Localización: Francia, París, en un bloque de pisos baratos cuya entrada se encuentra en un callejón con falta de iluminación hasta por el día, llamado Square Montsouris.

Situación laboral: Estudiante universitaria de bellas artes / fotógrafa para la revista Le Nouvel Observateur


Historia:
En un pasado no muy lejano, la vida juvenil y correcta de la joven Fiora fue más bien caótica, destartalada e insana.
A la edad de quince años, había conocido en el instituto a un chico del cual se enamoró locamente. Se llamaba Kevin, y era conocido en el centro por ser un niño rico, mimado. Ella, ingenua como lo era en aquellas edades, empezó a seguir el camino rebelde y "libre" que le ofrecía él tras varios días de sus primeras citas.
¿Las clases de violín? ¿Para qué iban a servirle?
¿Los ratos de dibujo? Psé.
¿Las notas del instituto? Bueno...
Con el tiempo su inseguridad por un lado u otro se fue debilitando a favor de la preciosa perspectiva de "vive el momento" que le presentaba Kevin. Sus notas estudiantiles del instituto fueron decayendo de los ochos y nueves a los cincos y cuatros. Él, repetidos masivo de curso con sus diecisiete años, llevó a la joven a que experimentara por primera vez el gozo de la vida en una discoteca, en salas de fiesta. El alcohol circulaba y tras varias negaciones de nuestra protagonista, una noche entró por su boca en un primer trago eufórico. Con la primera borrachera, por su nariz entró sin problemas la primera línea, con sus consecuentes jornadas de resaca y poco tiempo después, mono.

Los padres de Fiora estaban echando chispas de furia. No de furia por furia, sino de furia por preocupación. Su hija se había desencaminado y había roto los votos de confianza que habían depositado todas las veces en ella al consentirle las salidas y sus caprichos con Kevin. Pero ya era demasiado tarde para reaccionar. Habían pasado seis meses desde que le conoció a él, y ya no respondía a nadie más que a él, su veneno.

En el decimosexto cumpleaños de nuestra protagonista, recibió como regalo lo que más deseaba en aquellos momentos; ser echada de su casa. Sus padres habían perdido toda confianza en ella, ya se había convertido en una presencia decepcionante y triste en el ambiente familiar.
Pero ella era feliz a pesar del dolor de sus parientes al echarla, era libre.
Kevin, que ya había cumplido los dieciocho el mes antes, ya lo había planeado con ella, y la invitó a quedarse en su nueva casa.

La cosa continuó "estable" durante un mes más. Una estabilidad de rutina fiestera y vividora entre los dos. Sin embargo la convivencia entre los dos no era tan bonita como se pintaba. Habían conflictos y discrepancias, más de lo normal a la hora de vivir juntos. Ella se había dado cuenta que él tenía muy mal genio cuando le discutían sus palabras.
Se podría decir que su relación terminó el día que Kevin le asestó un bofetón a Fiora en una de sus discusiones. Ahí acabó el conflicto, y los dos próximos días fueron de una guerra fría entre los dos, sin más disputas, en tenso silencio.
A él no parecía importarle que aquellos dos días ella se los pasara tirada por la casa totalmente ebria y entumecida a drogas. La casa la pagaba el padre de Kevin, el cual Fiora nunca supo a qué se dedicaba para tener tanto dinero.

El segundo día de aquel tenso clima, Fiora llegó a su colmo, tanto en embriaguez como en cólera y, sola en la casa aquella tarde, hizo maletas sin olvidarse nada suyo.
Se apresuró a marcharse de allí para no volver, no sin antes dejarle a Kevin una nota en la mesa de la cocina:

Hijo de puta



Ya había anochecido, y Fiora se estaba arrepintiendo de su impulsiva e irreversible decisión. Se había pasado toda la tarde vagando con su maleta, inmersa en la melancolía del alcohol y las drogas en su cuerpo. A aquellas horas de la madrugada, no se daba cuenta que estaba casi en las afueras de París de tanto que había caminado. Sin nadie, sin dinero, sin casa. ¿Qué iba a hacer ahora?
Pisaba césped. Un césped tan espeso que costaba llevar la maleta a ruedas por él. En su andar en línea recta, su pie dio con algo duro en el suelo y casi se tropieza de no ser porque tenía la maleta de apoyo.
Era una vía de tren, apenas visible entre la maleza por la oscuridad.

- ¿Quién ha puesto esto aquí para hacerme traspié...? - se preguntó aún sonada por todos los tóxicos de su cuerpo.

Siguió su camino cruzando la vía mascullando maldiciones, perouna voz infantil asustada la hizo volver pararse.

- ¿Mamá...? ¡Mamá!

Entre la oscuridad, la figura de un niño de no más de cinco años se aceró a Fiora y se sujetó a sus ropas. Ella arqueó una ceja con sorpresa. Tenía las ropas desgastadas y polvorientas, como si llevara tiempo perdido. Pero ella no reparó en eso.

- ¿Qué dices? No soy tu madre - el sonido de un tren empezó a escucharse a lo lejos.

- ¡Mamá! ¡Mami! - empezó a llorar, aferrándose a su falda larga.

- ¡¿Es que eres sordo?! ¡Quita!

- ¡Mamaaaaaa...!

La joven se hizo a un lado y se desperezó del pequeño empujándole. Él miró el rostro de la muchacha con los ojos empapados en lágrimas, y con la luz de la luna pudo reconocer que no era el rostro de su madre.
Sollozante, el niño siguió gritando el nombre de su madre mientras seguía su camino por la dirección opuesta a Fiora. El sonido del tren se escuchaba cada vez más cerca.

- ¿Jm...?

El foco de la locomotora se podía ver acercándose a gran velocidad. Al volver a mirar al niño, advirtió con una exclamación que él se encontraba sobre la vía mientras gritaba el nombre de su madre, eclipsado su voz por el motor del tren.

- ¡¡Eh!! ¡Apártate!

- ¡¡¡Mamaaaaa....!!! - gritaba de espaldas al tranvía.

Fiora se dio cuenta que, efectivamente, el niño era sordo.
Con los ojos como platos, aturdida por la embriaguez, solo pudo observar cómo la figura infantil desaparecía al cruzarse con el tren a toda máquina. Mientras los vagones pasaban uno a uno a toda velocidad, la muchacha los miraba con una expresión pasmada. Lo primero que hizo fue soltar una pequeña risa, una risa de terror, por no saber qué otra cosa hacer.
Después los efectos a largo plazo del alcohol se adelantaron y vomitó allí mismo todo lo que había consumido.
Con los ojos llenos de lágrimas de pánico, se agarró el pelo con las manos y soltó un grito desesperado de puro miedo ante lo que acababa de ver.
Posteriormente, se desmayó sobre el césped mientras el tren terminaba de pasar.

Como era obvio, a la mañana siguiente fue encontraba la macabra escena junto con la Fiora K.O. en la hierba.
Aquel día, los carteles de "niño desaparecido: Emanuel Vileto, cinco años" empezaron a ser retirados de las farolas de París.
La familia, resentida por la muerte de su hijo, acusó a Fiora de haberle secuestrado y matado en la vía. Por falta de pruebas y la creíble versión de la trastornada joven con sus maletas como prueba, el juzgado solo pudo declararla inocente.
Sin embargo, y a parte de ese caso, el juez obligó a Fiora a meterse en un centro de rehabilitación por su decadente estado y por su adicción al alcohol y las drogas, además de por ser menor de edad y no tener a ningún responsable de ella.
Pero su nombre había sido manchado; en los periódicos ya había sido publicado como título "Se acusa a Fiora Lachance del asesinato del desaparecido Emanuel Vileto"


Actualmente, tras pasar varios años en el centro, Fiora es una muchacha reformada. Consiguió dejar las drogas y dominar el consumo del alcohol, así como cambiar de mentalidad. Sin embargo, aún siente que su nombre está mancillado, además de poseer con total nitidez el recuerdo de la traumática escena del niño y del tren, accidente del cual ella se culpa.
Intentando forjarse un nuevo camino, aprovechó la buena cámara que le regaló Kevin en sus días de enamoramiento y encontró trabajo de fotógrafa para una reconocida revista francesa. Por medio un numerosas becas junto con un poco de su sueldo, ha conseguido acceder a los estudios de nuevo, además de poder permitirse un piso bajo.

Trata de progresar con su nueva vida, aunque a veces los amargos recuerdos y tentaciones del pasado traten de arrastrarla hacia atrás.



Descripción física:
De estatura estándar femenina. Suele llevar su espeso cabello negro suelto sin demasiado retoque, de manera positivamente natural.
En forma de vestir, suele llevar prendas sencillas en una armonía relajante con su estilo en general.

Descripción psicológica:
Es optimista, espontánea, y a veces impulsiva, aunque trata de medirse con esto último.
Aunque los recuerdos a veces la persigan, trata de echarse hacia delante y prosperar.
Su amor controlado por el alcohol y sus ligeras añoranzas por las drogas, junto con un amargo recuerdo, hacen que a veces sea un tanto inestable emocionalmente, débil.

Aficiones/Manías:
Le gusta el alcohol y lo tiene casi como bebida principal, siempre tratando de controlarse.
Es muy creativa en lo que a imagen se refiere (pintar, fotografía, diseño, etc).
Las drogas y la fiesta son una tentación amarga y triste para ella. Aunque a veces se sienta tentada, es una tentación arrepentida y llena de culpa.
No le gusta encontrarse sola demasiado tiempo.

Creencias religiosas:
Aunque no crea en ninguna deidad, rezar a Dios siempre le hace sentirse más aliviada consigo mismo. En su método para encontrar consuelo cuando nadie puede dárselo.

Aspiraciones:
Terminar los estudios, montarse una vida respetable.
Lo que más busca es volver a sentir su nombre limpio y su cuerpo puro. El día que llegue a eso, sabrá que habrá conseguido dejar completamente atrás su pasado y sus recuerdos.