Sabado noche

El agua rebotaba contra mi espalda con suavidad, haciéndome un pequeño masaje que me relajaba los músculos algo cargados tras el partido. Habíamos perdido de uno contra uno de los mejores equipos de Asturias y eso había afectado a mi estado en aquel día. Ahora me encontraba apoyado contra los azulejos, sintiendo aquella lluvia cálida sobre mi piel, con los ojos cerrados, totalmente pensativo.
Tuve que hacer grandes esfuerzos para no soltar una lágrima en medio del campo cuando el central me hizo una cinta perfecta justo cuando quedaban seis segundos. El gol entró por toda la escuadra, un tiro magnifico. Atravesó mi propia alma.
Cerré el grifo una vez me cansé de estar allí. Salí de la ducha, agarrando mi toalla y saliendo totalmente sin ropa del baño. Tampoco importaba, ya que el único que andaba a veces por casa era mi padre y ahora mismo estaba de patrulla. Me metí en mi habitación, acabando por secarme y azotando la toalla encima de la silla del escritorio. Busqué unos calzoncillos en uno de los cajones del armario, unos azules marinos de bonito estampado. Saqué también unos pantalones vaqueros, además de una camisa gris oscura con unos cuantos dibujos en color negro y unas converse del mismo tono. Dejé todo sobre la cama, ya que el teléfono comenzó a sonar. Seguramente sería Kevin.
-¿Qué hay? -dije con una voz un tanto apagada. No lo podía evitar. Perder me ponía en un estado de tristeza que Kevin seguramente me haría superar.
-¡Ey tío! ¿Qué tal? -dijo con su voz, siempre alegre. Él no tenía un lado negativo, a no ser que fuera para meter ostias. Le gustaba ganar los partidos, pero perderlos no le era más. Será que mi posición como capitán me hacía sentirme en parte responsable.
-Bien, bien -mentí como mejor pude, rascándome la cabeza. No era que quisiera mentir, simplemente era una contestación que solía usar siempre –Estaba preparando la ropa para esta noche, pub nuevo, ¿no?
-Por supuesto. Hugo nos va a llevar al parecer a un lugar donde ponen música de todo tipo y al parecer allí hay de todo. Ya sabes a que me refiero.
Fruncí levemente la boca, pensativo. Desde aquél accidente hace un año más o menos me había mantenido al margen del tema de mi bisexualidad, centrándome solamente en chicas que se interesaban por mi cara bonita. Mujeres que solo me querían para el momento, es decir, sin pensar de más. Un par de besos y un baile. Nada más. Igualmente, emití una pequeña sonrisa. Kevin era un insistente, no lo podía evitar. Pero se lo agradecía.
-Vale, ya sé. Nos vemos luego –acabé por despedirme y colgué el teléfono. Comencé entonces a vestirme, para luego acercarme al baño a echarme gomina efecto húmedo por mi pelo, de manera que quedara en divertidos mechones cayendo por mi cabeza.

Tras llegar al punto de encuentro, Kevin me recibió agarrándome por el cuello con su brazo, haciéndome una especie de llave mientras intentaba despeinarme. De un pequeño empujón, entre risas, me deshice de él. Si… él siempre me alegraba de la mejor manera posible. Una sonrisa se mostraba ya en mi rostro con toda su esplended. Eran ya las ocho de la tarde, por lo que el pub que habíamos decidido probar seguramente ya estaría abierto. Tras enseñar nuestros DNI, entramos observando como la música un tanto macabra llegaba a nuestros oídos. Kevin me miró de reojo, con una sonrisa perversa. Se la devolví alzando una ceja, mientras le daba un pequeño empujón.
El pub estaba bastante vacío aún. Seguramente comenzaría a llenarse de un momento a otro, pero al menos podríamos escoger un sitio bueno.
Al parecer había un ropero. Para no tener que depender de mi chaqueta, decidí dársela a la chica que allí aguardaba, la cual me dio un ticket que indicaba el número de la percha. Lo guardé en mi bolsillo derecho, volviendo a donde había dejado a Kevin. Pedimos un cacharro, mientras escuchábamos la música y mirábamos como iban apareciendo chicos y chicas por la puerta e iban ocupando cada rincón del bar. En una media hora, aquello ya se había convertido en un revuelto de muchachos con deseos de bailar y sentir aquella música rockera en su piel.
-¡Yo me vooooy! –gritó Kevin, mientras una chica le agarraba de la mano para sacarle a bailar. No pude evitar sonreir con astucia, mientras le pegaba un último trago a mi bebida. Tras unos minutos mirándoles, me dí la vuelta, apoyando ambos codos en la barra y esperando a que un camarero me atendiese en mi próximo pedido.

Aquella salida la habíamos programado con Kate desde el mismísimo comienzo de la semana. Era un buen momento para aprovechar y relajarse, despejarse de todo lo que había ocurrido en los últimos meses. Distraerse del trabajo, del estudio, de los problemas financieros... de todo, a excepción de la diversión.

Comencé muy temprano a prepararme. Tomé una ducha refrescante, con la que me relajé todo el stress que me había atormentado durante el último mes, desde que rompí con Will. Aquel momento de relajación terminó antes de lo que hubiera querido. Me sequé con una toalla y me vestí. Una blusa azul con volados a la altura del pecho y un short de jean negro bastante corto constituyeron mi atuendo principal, que estaba complementado con un par de zapatos de tacón no demasiado altos y bastante cómodos y una delicada pulsera de eslabones plateados. En mi cabello no me hice mucho, simplemente lo peiné y me rocié un spray abrillantador y anti-frizz.

Al terminar, me apresuré en caminar con rumbo a la plaza, donde habíamos quedados en encontrarnos con mi mejor amiga. Llegué diez minutos antes de lo pactado, pero no tuve que esperar mucho hasta su aparición, siete minutos después.

Caminamos hablando emocionadas hacia el pub, al cual habíamos ido la última salida y que nos había agradado bastante.

Eran las nueve en punto, y el lugar estaba bastante lleno. Apenas pusimos un pie dentro, Kate clavó la vista en su primera presa de la noche, me sonrió de manera pícara, me guiñó el ojo y se alejó, acercándose al muchacho que le había llamado la atención.

Suspiré y puse los ojos en blanco, riéndome mentalmente de la capacidad de caza que poseía mi amiga. Luego, decidí continuar caminando, esquivando a la concentración de bailarines, con rumbo hacia una esquina del lugar, en el cual tendría mejor visibilidad de la sala, y, con ella, mayor amplitud de búsqueda.

Pero al llegar a donde me proponía, lo que vi no me gustó nada.

Will, mi exnovio, brillaba en la pista de baile debido a los tubos fosforescentes con los que había formado una "corona" que lucía de manera deshinibida sobre la cabeza. Pero no era eso lo que hizo que algo dentro de mí se rompiera, sino el hecho de que estaba muy cómodo besando apasionadamente a una de las clásicas rubias de bonito cuerpo dero de inteligencia nula. La acariciaba de una manera que me dejaba totalmente en claro que no se arrepentía de la desición que había tomado cuando me dejó.

Mis ojos se anegaron en lágrimas, en parte de tristeza, en parte de rabia, y lo único que atiné a hacer fue dirigir mis pasos mecánicamente hacia la barra, dispuesta a ahogar mis penas con un trago.

Tomé asiento en el único banco que había vacío, al lado de una parejita besucona y un chico rubio que en ese momento tenía ambos codos sobre la barra. Ignoré a los tres de manera olímpica, y llamé al camarero que se encontraba allí sin importarme nada quién estuviera antes que yo.

—¡Sírvame una Corona! —ordené, intentando mantener un tono de voz serio, pero el efecto se vio malogrado debido al quiebre que produjo un débil sollozo que irrumipió en mi garganta —Por favor —agregué en un tono bastante más bajo y débil, mientras unas diminutas y bien disimuladas lágrimas comenzaban a resbalar por mis mejillas.

El sonido del ordenador resonaba en la habitación, con su ventilador ruidoso rompiendo el silencio. Éste había estado encendido desde las 5 de la mañana y ahora el reloj marcaba las seis y media de la tarde. Un anime gore me había enganchado y había provocado mi somnolencia olvidando mis ganas de dormir.

Faltaba una hora para irme a trabajar y me comencé a preparar dandome una relajante ducha. Después, me sequé el pelo y me vestí, pantalones de pitillo negro, unas converse del mismo color, camiseta entallada de color con un dibujo de una corbata blanca.
Con una plancha me alisé el pelo y me lo peiné hasta conseguir mi cabello habitual. Aunque ya estuviese liso de por sí, aquella máquina le daba el toque necesario. Un poco de laca y ¡wuala! como siempre.

Eran las siete y media y el bus pasaba en quince minutos. Salí apresuradamente para no perderlo. Las ocho menos cuarto; ya estaba dentro del bus sentado en uno de los asientos escuchando música con mi preciado mp4, mientras no podía evitar mirar por la ventanilla, alejandome de las personas que iban rellenando el autocar. Probablemente se dirigían a donde yo, pero no para lo mismo.

Comencé a trabajar en el pub para no depender del poco sueldo que cobraba mi madre, ya tenía problemas ella sola como para alimentar a otra boca más. La verdad no me había costado conseguir el trabajo, necesitaban a alguien y yo era el indicado.

Por fin llegué al local, eran las ocho y cuarto ya ya estaba abierto. Me metí en el interior, esquivando a los pocos grupos de gente que se habían formado. Entré en el cuarto de los empleados donde dejé mi chaqueta. Salí entonces a la barra y comencé a atender a los muchachos del lugar.

Después de servir unos cuantos cacharros, toda mi atención se fue en dirección de un chico rubio que estaba de espaldas a la barra. Me coloque detrás de él mirandole fijamente hasta que acabó dandose la vuelta para ser atendido.
Al verme pareció asustarse por un momento. Probablemente no se esperaba que me encontrara justo delante de él. Igualmente, seguí en mi posición, observandole fijamente a los ojos. Aquél muchacho había captado mi atención en ese día. Él sería mi presa de hoy. Entonces me pidió un cacharro todavía ligeramente nervioso por mi profunda mirada, pero yo no me moví ni un milímetro simplemente seguí observandole, analizandole.
Estuvimos así varios segundo, hasta que una chica se dirigió a mi. La mire de reojo y me di la vuelta para servirle su Corona que la apoye con fuerza al lado suyo como si estuviese molesto por su actitud. Después me apoyé en la pared que tenia a mis espaldas y me crucé de brazos mientras los observaba, a los dos.

El joven camarero, que había estado pendiente del muchacho rubio al lado del cual me había sentado, me sirvió enseguida lo que había pedido, aunque su actitud denotaba que se hallaba bastante molesto, lo cual se reflejó en el fuerte colpe innecesario del vaso sobre la barra. Pero decidí ignorarlo, no estaba de humor para peleas ni nada, además, quizás él no estuviera enojado conmigo específicamente, quizás sólo estaba teniendo una mala noche, como yo.

Tiré mi mano, con toda la intención de tomar el vaso y llevármelo a la boca para dar el primer sorbo, cuando una voz a mi derecha me distrajo de mi propósito. Giré apenas el rostro como para asegurarme de que me hablaba a mí.

Definitivamente, su pregunta no podría haberse referido a alguien más, ya que todos en el local parecían alegres y felices. Una pequeña sonrisa acompañó a su pregunta, aunque parcía más bien del tipo de las que se usa cuando se pretende animar a alguien. No iba a contestar, me limitaría a volver a mi Corona. Sin embargo, algo hizo que cambiara de opinión y le hablara, quizás la falta de alguien con quien desahogarme.

—No. Estoy bien —le respondí con la voz un tanto quebrada, mientras intentaba mantener mi rostro seco—. Sólo es una mala noche, una estupidez —intenté restarle importancia. Sentía que alguien estaba pendiente de nuestra conversación, pero no estaba segura de quién.

Off: .-. rolear entre vosotros dos, yo ya me meteré cuando me sea oportuno.

Esperé pacientemente a que la muchacha me respondiera. Al principio pareció dudar en si hablarme o no, pero al final una contestación vacía ocupó la espera. Fruncí levemente la boca, mientras me apartaba con suavidad de ella, volviendo a mi posición inicial. La verdad era que no tenía porque contarme nada, simplemente era una desconocida. Antes de apoyarme de espaldas a la barra como antes, no pude evitar ver por el rabillo del ojo como el camarero de cristalina mirada me observaba. ''Que lo dejes ya tio. Siempre obsesionandote de esta manera'' pensé para mis adentros, mientras guiaba mi mirada en busca de Kevin.

Justo en el centro de la pista, un muchacho con una luminora corona en su cabeza bailaba con una chica, la cuál me pareció identificar como la que había sacado a la pista a Kevin. Esto me olía a problemas. Kevin era celoso... y no se lo callaba. Justo en ese momento, mi amigo apareció por allí, con otra muchacha de su mano. Vale, además de celoso también era un sex-appeal de mil pares.
-Ey Alex, ¿qué tal? ¿Te lo pasas bien? -dijo mi amigo entre risas, mientras la muchacha se revolvía en uno de sus brazos con pequeñas carcajadas. Él si que parecía pasarselo bien.
-Esto... sí, claro -dije con una sonrisa, enseñando los dientes. Mi amigo me echó una picara mirada mientras meneaba levemente a cabeza hacia la muchacha. No pude evitar elevar una ceja. Esta noche Kevin no volvería conmigo al barrio.
-Chao Alex, mañana te llamo -dijo guiñandome un ojo, marchandose con la muchacha. Probablemene visitarían otros bares y luego... luego lo que viniese. Suspiré, mientras me daba la vuelta de nuevo, apoyando los codos en la barra y meneando la pajita de mi bebida. Como ligaba el muy cabrón.

Luego de contestar, el rubio desconocido simplemente frunció levemente la boca y regresó a su posición inicial, dejando el tema de lado. Por una parte me alegré, pero por otra me desencanté un poco porque tendría que esperar hasta que volviéramos con Kate para poder desahogarme.

Volví a mi Corona, tomando el vaso con la mano y llevándome un primer trago a la boca. Estaba muy fría, deliciosa. Comenzaba a pensar en qué andaría haciendo mi amiga, por lo que giré levemente la cabeza para ver a mis espaldas, pero me arrepentí al ver nuevamente al causante de mi tristeza bailando despreocupadamente con una chica que no era la misma barbie con la que había estado besuqueándose hacía unos instantes.

—Já —pensé con amargura—. Ya tendría que saber yo que no las conserva ni una hora.

Amargada, volví a llevarme el líquido espumoso a la boca, pero en lugar de colocarlo suavemente en la mesa luego de terminar la bebida, golpeé el vidrio contra la barra de manera brusca, provocand un golpe sordo que casi hizo que se resquebrajara. Encajé la mandíbula, como si me estuviera conteniendo para no gritar un improperio, o quizás para no atacar a nadie, y lancé un resoplido de bronca e indignación. Pero todos aquellos sentimientos se opacaron bastante al ver llegar hacia donde estaba a mi amiga Kate, abrazada del mismo joven que había visto desde que cruzó el umbral de la puerta.

Formé una débil sonrisa que se transformó en incredulidad cuando el chico que estaba abrazándola le habló al que se encontraba a mi lado, como amigos de toda la vida. Y que probablemente lo fueran, ¿por qué no?

Solté una risita al ver el disimulado guiño de mi amiga, a sabiendas de que ese sería el último momento que la vería durante esa noche. Ella siempre consigue lo que quiere. Luego de despedirse, desaparecieron entre la multitud. Mi expresión había cambiado mucho, y casi igual mi estado de ánimo. Aquella visión me había animado bastante.

—¡Hay, esta Kate! ¡Siempre saliéndose con la suya! —exclamé en voz alta, colocando los ojos en blanco, aunque apenas fue audible en el bochinche que reinaba en el ambiente.

No pude evitar escuchar las palabras animadas de la muchacha que unos momentos antes me hablaba con amargura. Al parecer la muchacha que acompañaba a Kevin era su amiga. Que coincidencia... los dos nos habíamos quedados solos aquella noche, mientras nuestros amigos iban a pasar la noche juntos. Bueno... por mi parte no era la primera vez. En más de una ocasión Kevin había marchado con una linda muchacha, para luego llamarme al día siguiente contandome lo ocurrido y pidiendome perdon por haber marchado. ''Que no tío, que no pasa nada'' había repetido yo más de una vez, con una leve sonrisa en mis labios. Que yo no ligase no era culpa de nadie y menos de él. Kevin sabía disfrutar de su adolescencia.
Cerré levemente los ojos, mientras seguía meneando la pajita de mi vodka negro con lima, intentando no levantar la vista hacia el camarero, el cual parecía haberse quedado allí apoyado... ¿mirandome? No pude evitar sonreir en una pequeña carcajada en el momento que me daba la vuelta y me lo encontraba de cara. No podía decir que no me hubiese sorprendido. El corazón casi me da un vuelco. Además, esa manera de mirarme... Sacudí la cabeza, con la mala suerte de que mi cuerpo se movió levemente, y con ello mi mano y el vaso. Todo el negruzo líquido se esparció por la barra, llegando a manos de la joven de mi lado, inundando varios centrimetros cuadrados a mi alrededor.
-¡Mierda! -exclamé intentando no derramar más de lo necesario. Lamentablemente, todo su contenido ya ocupaba su lugar en el metal. Al ver que no podía evitar su desparramiento, empujé levemente a la muchacha, evitando que se manchase - ¡Perdón!